Bajaron del camión una jaula, Nicky dormía indiferente y con severidad. Era mi regalo que tía Patricia y tío Alfonso me enviaban desde el Norte Grande. Recibí a Nicky con mucha alegría, a pesar de su total indiferencia, esto sucede a la etapa de cumplir recién mis catorce años. Se diculpaban por no poder estar presentes ese año, prometiendo que para el próximo su presencia era cuasi obligatoria. Les recordé con enorme cariño.Tía Patricia sentía por la menor de sus sobrinitas, es decir yo, una delicada preferencia, y disfrutaba de mi cuando me pedía que la acompañara a sus diligencias. Me daba la sensación de ser su hija y ella parecía disfrutar con la idea, puesto que no pudo dar a luz sus propios hijos. Tia Patricia era bastante joven, y muy atractiva en sus apenas 29 años. Su orgullo era palpable puesto que en cada ocasión me llenaba de regalos. Regalos que después difrutaba con mi tío Alfonso. Generalmente se trataba de caramelos o chocolates exquisitos. Siendo la regalona, en su propia casa, habían decorado una habitación especialmente para mi y que daba enfrente del dormitorio matrimonial y a cuya izquierda se encontraba el baño principal de la casa.


Un día que hacia mucho calor, preferí vestir una corta enagua de seda y una camisola corta que dejaba al desnudo mi diminuto ombligo. Además estando en mi pieza andaba a pies pelados. Estaba jugando con mis muñecas y de pronto oigo a mi tía decir a mi tío Alfonso que ocuparía el auto para visitar a una amiga que estaba postrada desde hacía un año en un hospital en las afueras de Buenos Aires. Estaba feliz puesto que su amiga parecía revenir a la vida luego de una larga enfermedad.

Agregó:
—he dejado comida en el horno y la única cosa que debes hacer es calentarla y servirla a la hora de la cena—
Salió de la casa apurada, diciendo que volvería tarde, que no la esperábamos, ella, no cenaría. Tío Alfonso, como siempre, estaba sumido en su lectura, en su biblioteca atestada de libros polvorientos. Me acerqué sin hacer ruido, y lo espié. Cómo me gustaba su perfil y esa mirada tan dulce. Siempre me miraba dejando caer un poco sus lentes. Lo que más me fascinaba de él eran sus manos, dedos largos, finos, suaves… sentí como una gota de sudor corría por mis pechos, el calor, insoportable. Despacito, me acerqué a él, diciendo—
—Tío, ¿qué calor hace verdad?—
—si Pamelita, verdad, escucha nena, ¿porque no me traes una limonada?,por favor…si?
—claro, tío, enseguida— acepté gustosa
Al ir en busca del agua, Nick se cruzó en mi camino, y fui a dar de bruces al piso. Sentí un tremendo dolor en mi rodilla derecha.
—¡Tío, por favor!....¡ven!... ¡me he caído!— dije amplificando mi caída.
Mi tío se acercó con una rápidez increíble, diciéndome:
—Pamelita!, mi amor!... ¿qué te ha ocurrido nenita?
—¡ay tío¡ ¡qué dolor!...Nick se ha cruzado, y caí, me duele tíito
—No te preocupes chiquita— me dijo, tomando mi pierna con ambas manos…
De pronto…ese acercamiento, me estremeció…tenía su rostro, a pocos alientos del mío, un fluído ligero se escapó de mi interior….él me miró….muy dulcemente,….pero su mirada no era la misma de siempre, yo tomé su mano, y la llevé misteriosamente a mi boca, el cerró sus ojos y se tiró hacia atrás…en una mezcla de excitacion y de sorpresa,…yo lo miré de nuevo, y volví a tomar su mano, para ponerla nuevamente en mi boca, mi corazón parecía a punto de estallar. Él se quedó inmóvil, cerró sus ojos, y esta vez se dejó llevar, yo comencé a besarlo, me olvidé de mi herida en la rodilla, un beso dulce con ese deseo que tenía guardado para él,…le dije:
—quiero que me abraces tío— él se arrodilló siguiendo mis palabras y el deseo de mi cuerpo, abrazándome y besándome…los dos solos, en aquel piso de la cocina, con Nick moviendo la cola y ladrando alrededor nuestro, pidiendo su comida… abrí mi blusa, y él, al verme… pude sentir como se agitaba su pecho…pero se detuvo como enloquecido y corrió hacia su habitación….en ese instante, me dí cuenta que mi tía Patricia había vuelto.

Ella entró diciendo:
—Finalmente tuve un percance con el auto y mi viaje será mañana, ahora ve a buscar a tu tío, sácalo de sus odiosos libros y vamos a comer...

Corrí a la biblioteca, entré, lo tomé de la mano al tiempo que me susurraba al oído: ¡mañana mi Pamy! ¡mañana mi bebita, guagui, titita! Su cálido aliento provocó mi primer espasmo de felicidad en mi profunda ansiedad.
No dormí en toda la noche, las espectativas del día siguiente eran de una ansiedad recíproca, con la diferencia que mi tío Alfonso podía disimular su febrilidad y estado emocional, simplemente con su encierro bibliotecario. El día de mañana se anunciaba de una exquisita emoción, yo con mi capricho de bebé-lala y él, imagino, con todas sus últimas luces al sentirse tan sanamente deseado y nada menos que por su sobrina. Así es que estuvo hasta altas horas de la noche en su recinto de privilegio. Sin embargo, tía Patricia prefirió hacerme compañía en mi dormitorio. Yo trataba de disimular mi impaciencia lo que mejor podía. Hablábamos de todo y de nada al mismo tiempo. En la intimidad y mi desasosiego femeninos, yo amplificaba todos sus gestos y dichos. Sobre todo el que le produjo al verme tan livianita de ropas, soltó una agradable exclamación:
—estás convertida en una exquisita jovenzuela— dijo, lo que me encarnó hasta las uñas y agregó con magistral encanto
—tus formas de mujercita progresan muy generosamente— mirando con cierta ternura la forma de mis incipientes senos, al mismo tiempo que sonreía pícaramente al verme sonrojada y casi paralizada por el temor de haber sido descubierta. Estaba en espera de un desenlace brutal y muy nerviosa y pensaba entre mi "tíita, no pienses nada malo ni sospeches nada, te lo suplico" Pero luego vino a tranquilzarme con un beso en mi frente y desearme mis buenas noches, sin antes pronunciar un inocente
—pórtate bien mañana con tu tío—
Suspirando y llena de intranquilidades no pude dormir por temor de haber delatado toda mi ansiedad de pendeja.

Al retirarse mi tía, quedé con una necesidad bárbara de sentirme protegida en los brazos de mi tío Alfonso. Con ese pensamiento, y para tranquilizar mi ansiedad hice un suave paseo por zonas erógenas de mi incendiado cuerpo de mujer. Tenía razón mi tía, en sus sabias aprehensiones. Luego de un dulce espasmo me dormí soñando quedamente con todo y con nada. El teléfono me despertó de un sobresalto, sentí los pasos de tía Patricia y el descolgar del auricular, se sucedieron unos segundos de inquietud y luego la escuché decir, un tanto dormida aún
—entonces no será necesario que viaje hoy;...... ¡qué excelente noticia! ..... la traen de vuelta esta misma tarde.... Alfonso se va a poner muy contento— dijo, lo que me sonó a aguafiestas...Mis sueños de bribona, volvían a la triste realidad.
Sin darme cuenta, me angustié tanto y fue tan grande mi ansiedad que me sentí enferma y llena de escalofríos, quise regresar lo mas pronto a mi casa, esa ansiedad y esa forma de vivir me tenían extremadamente nerviosa... Tía Patricia se alarmó de mi estado, y con miles de caricias logró calmar mi angustia y llamando a tío Alfonso, le suplico, que me llevara de regreso a casa. Él no se opuso, le vi un poco contrariado pero comprendió exactamente lo que me ocurría. Para él, este hecho vino a aliviar su debilitada conciencia. Sentí en su mirada una cierta tristeza. En nuestra congoja, me acordé que tío Alfonso debía conducirme de regreso a casa y volví a sentir una sensación cuasi inexplicable que me recorrió con la fuerza de un enorme escalofrío. Tía Patricia al verme, lo único que agregó fue
—apúrate Alfonso, la niña necesita estar en su casa; ¡ah! y quédate todo el tiempo que sea necesario hasta que ella se sienta bien, ¿quieres?; yo voy a esperar lo que suceda con mi amiga Estela.
Me llenó de alegría la espectativa y mi tío aceptó encantado al tiempo que me decía: - arregle sus cosas Pame, que nos vamos de regreso a su casita, allí se sentirá mucho mejor.

Arreglé rápidamente mis cosas y nos decidimos a partir, al momento de salir, tía Patricia dijo en voz alta
—No olvides de comprarle algún regalito en el camino a la niña.
Nos despedimos cariñosamente de tía Patricia y yo subí al auto pretextando sentirme delicada. Tío Alfonso parecía recibir las últimas instrucciones de la tía y lo ví aceptar todas las indicaciones para no demorar nuestra partida. Al fin subió al auto, y empezamos a alejarnos suavemente del lugar; yo saludaba a la tía de mis manos, hasta que la vi desaparecer.... Una vez distanciados, fue tío Alfonso que busco mis manos diciendo, nenita es insensato que yo me aproveche de tu exquisita ansiedad, comprendes.... le miré con una sonrisilla burlona y me llevé sus manos a mi boca, como la primera vez, besándolas con suavidad...Me encantaban esas manos grandes y velludas.
—¡No descuides el auto tío!— Grité mientras un enorme camión casi ponía termino a ese sueño. Desde ese momento condujo lentamente como queriendo aumentar de ese modo el tiempo de nuestra intimidad. Por momentos me acariciaba el pelo, se acercaba y me besaba la frente. Yo deseaba su boca y mientras mi ansiedad aumentaba considerablemente, aumentaban tambien mis sustos. Tenía una idea fija en mi mente, tomar sus manos y llevarlas a mi sexo o llevar las mías al propio. Tomé su mano decididamente y la apoyé en mis piernas a tiempo que las apretaba contra ellas, sus yemas rozaron la piel de mis rodillas descubiertas y me sentí embelezada por esa caricia robada. Me adormecí cerrando los ojos para mostrarle que estaba a su disposicioón y que un enorme placer me invadía. Sus dedos los sentí caminar lentamente por debajo de mi pequeña falda. Abrí ligeramente mis piernas como una manera de invitación a continuar su sensual acercamiento.
—Tío, detén el auto un momento, le supliqué. Mi súplica fue una orden, nos detuvimos y me acerqué a sus labios y le pedí groseramente, bésame tío. Su reaccion fue dulce y llena de ternura,
—chiquita, dijo —esté jueguito es muy peligroso, no te das cuenta que eres una nenita todavía— mientras acercaba dulcemente su boca y buscaba la mía. Su mano buscó atropelladamente pero con suavidad mi sexo, el beso que nos dimos fue espectaculamente hermoso, sentí un maravilloso flujo recorrer mi cuerpo y venir a mojar mis diminutos bikinis. Al retirar su mano, la llevó con emoción hasta sus labios, pareciendo acariciar ese perfume vírgen de una niña-mujer. Puso nuevamente en marcha el auto y nos dirigimos a un centro de compras, era evidente el regalo que tenía que ofrecerme. Una vez en la tienda, y satisfecha de mi regalo, le tendí a él los míos y le dije, guárdalos como una prueba de mi sentir. Él sonrió con una lágrima en sus ojos y volvió a besar mi frente.

Ese beso en la frente se quedó mucho tiempo en mi memoria, su recuerdo humedecía mi rostro, la ternura conque fue obsequiado, rebalzaba mi sensibilidad. El beso y la presión de sus manos, sin más, sólo con la voluntad de calmar unos deseos de una jovencita caprichosa y, sin dudas, enredar su propia juventud en ese regalo que aceptó con tanto amor. Esa ternura vivida, bajo el cariño increíble de mi propia tía Patricia, tuvo para mi un significado muy especial. No me sentí sucia, formaba parte de mi forma de ser. Si hoy alguien quisiera juzgarme, le pediría que se mirara bien ante su propio espejo.
Desde ese día, tío Alfonso y sus escritos, cuentos y poemas, le habían hecho adquirir una cierta notoriedad en el campo de las letras... Su "Sueño de paloma"
Busqué dibujar tu aroma
con los colores del cielo
pero detuve mi vuelo
en un sueño de palomas.....
Y asi fue que su popularidad lo enfrascó necesariamente en un ir y venir sin término, al menos a corto plazo, en entrevistas de todo orden. Las radios y la televisión como los órganos de prensa se disputaban su presencia. Yo estaba felíz.

La fiesta de mis quince años llegó muy pronto, y tal como habían prometido, ahi estaban presentes. Con tía Patricia, nos abrazamos largo rato, tío Alfonso también me retuvo en sus brazos y no pudo retener su emoción y volvió a besar mi frente. Un largo estremecimiento me alcanzó por todo el cuerpo. ¿qué tenía ese hombre que causaba tanto desasosiego en mi? Luego, ya les perdí por el resto de la fiesta, todo el mundo adulto se lo acaparaba. Por mi parte, yo lucía un pretendiente. Hugo, un chico de 17 años, demasiado tímido a mi gusto de mujercita, sin embargo de una dulzura inmensa. Me gustaba su compañía, pues poseía una ternura fuera de lo común para chicos de su edad. En nuestros momentos de eterno romanticismo era el chico perfecto, sin embargo, me bastaba que me subiera la presión y mi cuerpo inquieto buscaba en sueños esas manos fuertes y dulces de tío Alfonso. Hugo era el favorito de mis padres, su comportamiento era indiscutiblemente paradigma de los mejores salones burgueses de la ciudad. La fiesta llegó a su término, y por estos asuntos tan increíbles, ni siquiera estuve presente cuando tía Patricio y tío Alfonso, debieron marcharse. Sus compromisos ya lo hacían esclavo de sus propios éxitos.
Hugo me acompañó hasta mis 18 años, él era ya un joven de 21 que finalmente había aprendido a satisfacer mis ardientes fantasías, respetando si, cons sus miedos o pulcritud extrema, mi sagrada virginidad. Si mi padre y mi madre le tenían gran aprecio, yo sabía que mi cuerpo necesitaba más. Las manos de mi tío, volvían a mis sueños y llenaban mis fantasías, sobre todo cuando Hugo partía y me dejaba inquieta, nerviosa y ardiente. Aprendí, afortunadamente a masturbarme y esa era la única forma de calmar mis ardores.

..........

Sin darme cuenta, me encontré en los albores de mis 18 años, y me había propuesto como requisito sin-e-quanon, y perfecto regalo, que esa noche me entregaría a Hugo, sin más.

Había preparado adecuadamente mis ajuares seductores y ese loco pensamiento me hacía reír nerviosamente. No tenía idea que reacción podría provocar en tan delicado varón. Estaba harta de pequeñas caricias y besitos de muñeca. ¡Basta me dije! O lo toma, o lo dejo, reí entre mí.

Tres días antes de celebrar mis 18 años, mi santo varón me anuncia que acaban de aprobar una beca y que partía con destino a una Universidad en Francia para continuar sus estudios en una especialidad de la medicina. Me quedé de una pieza, pero no agregué nada. Raro en mi, me porté muy fría, y un día antes le dije, Huguito de mi alma, lo siento pero lo nuestro termina aquí. Me di media vuelta y lo dejé medio entristecido y medio desconcertado. Esa misma tarde, sonó el teléfono y tía Patricia me anunciaba que llegarían esa misma tarde, para mi cumpleaños. Un exquisito sobresalto inundó mis sueños, y apasionadamente me aferré a mi ajuar, sabiendo ya necesariamente quien podría agradecer un regalo tan preciado. El corazón me daba vueltas, palpitaba alocadamente en mi y mi alegría era inmensa. Hugo, volvió esa tarde y al verme tan contenta, no se atrevió a pronunciar palabra. Habló con mis padres y les dijo de su viaje, ellos le desearon muy buena suerte y quedaron felices con la idea que yo, luego, esposaría a un flamante médico diplomado de Oxford.

Diez minutos hacía que Hugo se había retirado. Para mi sentí que lo hacía definitivamente de mi vida. En ese mismo momento aparecen con la bulla de dos muchachos, tía Patricia y tío Alfonso. Este es tu regalo, mi niña dice tía Patricia, al tiempo que me extiende un billete con destino a París.

Mi júbilo fue enorme, pues supuse que los acompañaría en algún viaje. Tío Alfonso, estaba feliz de mi reacción, sin embargo me preguntó muy indiferentemente por Hugo. —No querrás regalarle un pasaje también— le dije, al momento que reía y agregué casi de inmediato —esa es historia pasada, tío— dije bajando los ojos de manera muy coquetona. Mis padres que escuchaban la confesión, no se decidieron a preguntar nada todavía, supongo. Adiviné la alegría de mi tío y tía Patricia se me acercó a consolarme, yo le seguí el jueguito.

Esa tarde era la víspera de mis dieciocho años. Luego de la comida y una hermosa charla, tía Patricia dijo que subiría a acostarse pues estaba un poco fatigada de su viaje. La acompañé resueltamente, me había propuesto indagar algunos detalles. Estando con ella en el dormitorio me percaté que usaría somníferos, si me dijo hace días que duermo mal, aprovecharé y me tomaré una dosís doble, necesito descansar. Alcánzame ese vaso de agua hija, me dijo. Charlamos largo rato aún. Una vez que se durmió, salí sin hacer ruido del cuarto. Me asomé desde la galería al salón y sólo mi padre y tío Alfonso conversaban aún animosamente. Fui hasta la pieza de mamá quien se preparaba para su turno de noche en el hospital. La escena no podía ser más favorable. Me quedé con ella, ayudándola con sus preparativos. Una vez que desendió las escaleras hasta el salón, mi padre galantemente le dijo que él la acompañaría hasta el hospital en un gesto inhabitual, pero que causaba bonita impresión en mi tío Alfonso. Mi corazón dió un vuelco de ansiedad vertiginoso.

Les acompañamos hasta la puerta mientras tío Alfonso me tomaba cariñosamente de los hombros. Despedimos a mi madre, le dijimos hasta pronto a mi padre y cerramos la puerta. Yo había retenido la mano de tío Alfonso en mis hombros y él dulcemente me abrazó con toda dulzura, buscó mi boca que lo esperaba, y delicadamente me depositó en el sillón.
—Quiero ser suya le susurré al oído...—
—bebi— me dijo.... apretándome contra si... al mismo tiempo que le decía: —tío Alfonso, al fin nuestro sueño de palomas será realidad...


No podía olvidarlo, con toda la pasión y la dulzura de sus gestos, tío Alfonso vino a completar todos mis deseos, un tanto lujuriosos, no lo puedo negar, de esta sobrina también un tanto particular. Cómo olvidar esa ternura exquisita conque completaba magistralmente nuestros coquetos encuentros, ellos supieron llenar el vacío de amor que yo nunca había logrado sentir. Seguí siendo su regalona y nunca quise sentirme otra que su modesta y joven sobrinita. Ahora, nuestros encuentros eran facilitados enormemente por la frecuencia que se sucedían sus viajes, debido a la enorme popularidad que había adquirido con sus relatos, sus escritos y una serie de cuentos cortos de naturaleza erótica-romántica, en la que yo realmente me sentía su musa y su heroína, de esas historias. En particular “Bebita, te voy a contar un cuento.....¿quiéres? definía, en palabras, con exquisita delicadeza, uno de nuestros últimos encuentros....



En fin, para estos fines, tío Alfonso habia rentado un coqueto departamento en la rivera norte del Río de la Plata, que servían con extraordinaria intimidad nuestros ardores. La idea de la vuelta del novio, no despertó sospechas en mis padre ante el comportamiento un poco indiferente frente a mis amigos. Ellos veían con enorme alegría el futuro que ellos mismos habían acomodado en sus sueños paternales, con el novio y médico que partió a titularse a Francia.



Esa noche, mientras me preparaba con toda proligidad y delicadamente a otro de nuestros encuentros pasionales ya favoritos con tío Alfonso, y mientras coqueteaba frente al espejo del salón, sentí junto al sonido dulce del carillón que anunciaba visitas, una sensación de una agradable inquietud.... Estaba casi lista, me acomodé coquetamente mi pelo y me dispuse a abrir alegremente, cómo adivinando una fantástica e inesperada sorpresa. El corazón me dió un vuelco,..... ahí delante mío, se me presentaba desde sus ojos verdes, Hugo, el flamante médico titulado de la Sorbone. Me miró con una sonrisa enorme y automáticamente como una novia que hubiera quedado esperando su vuelta me lancé a sus brazos. Me sentí aprisionada y embriagada al mismo tiempo al verle, franco tierno y con la propiedad del quel que había esperado con sincera delicadeza este nuevo y seguro encuentro. Esta vez comprendí, por fin, la otra cara del amor.



La emoción se mezclaba a mi ardor y apasionadamente me fui dejando acariciar, por ese hombre que volvía a reclamar sus derechos, ahora con la certeza de su enorme poder de persuasion y firmeza. Lágrimas no tardaron de aparecer en mis ojos. El amor venía a entrar de lleno en mi alma. Tarde vino a la memoria la cita con mi tío Alfonso. Hugo colmo mis ardores en inventó una noche interminable de caricias.



Días más tarde leí:



“POR FIN EL AMOR”



Por fin el amor

despierta mis sueños

dulce melancolía

princesa sobrina

blasfema conmigo

ya no seré tu dueño.



Hasta ayer disfrutamos

víctimas del sólo placer

hoy placer ¡te olvidamos!

no serán que dulces

recuerdos de ayer.



Hoy vuelves viajero

a tu reino de luz.

Tu sobrina, pasajero

está llena de azul.



Retén tus besos

delante de mí

tu cuerpo es mi verso

y creo morir.



Alfonso



Terminaba de leer los versos, “Retén tus besos/ delante de mí/ tu cuerpo es mi verso/ y creo morir” y la emoción vino a humedecer mi rostro. Me sentí sucia, sin embargo, me pareció no tener salida fácil a mi nuevo estatus de novia en espera. Es verdad, el nuevo Hugo que se presento ante mí, con su ternura y en su amor, me envolvió fácilmente en su juego, con una delicadeza digna del mejor de los hidalgos. Y allí me quedé como atada a un delicioso sueño. Traté de olvidar y no pude y mi historia apasionada con Hugo no pudo durar más allá que los ocho meses, fecha con la cual, di por terminada semejante atadura. Tuve placeres inmensos, pero no fueron más que eso, que placeres. No sentía la presencia armoniosa, respondía efusivamente a sus deliberadas pasiones, pero siempre falto ese algo, ese misterio oculto con que me impregnó el alma y mi cuerpo, tío Alfonso. Agradecí de haber sido precavida, pues presumí casi desde el comienzo que esto no duraría y que no estaba en mis planes pertenecerle a nadie como un objeto que se compra, sobre todo con un título, que obsesionaba a mis padres pero que no correspondía a mi estilo de vida.

Con el poema en mis manos y con mucha tristeza, me propuse inmediatamente de ir al encuentro de mi tío Alfonso. Tendría que sorprenderlo maravillosamente. No podía actuar ya como esa chica regalona, debía reconquistarlo, rehacer nuestra aventura amorosa y actuar como una mujer y como su amante. De repente me sentí feliz, una maravillosa idea empezó a circular en mi adorable sensualidad e imaginando sus gustos y sus caricias últimas, me dije, me volverá sin reproches, al tiempo que suspiraba de emoción y repetía su nombre, tío Alfonso.

Me vestí sin apariencias de nada, sin embargo escondí en mi bolso una mini, unos tacones altos y una blusa. Llevaba jeans y una polera sin atractivo. Me apresuré hasta su departamento, había guardado las llaves y ese día estaba de vuelta. Sabía que detendría sus pasos en nuestra la que fuera nuestra habitación, antes de volver a casa.

Subí corriendo las escaleras, giré la llave y abrí sigilosamente la puerta. El corazón quería salirse del pecho. Me dirigí directamente al baño y me dí una rica ducha. Un poco más relajada, frente al espejo completamente desnuda, me sentí dichosa. Arreglé mi pelo, saqué del bolso mis prendas y me vestí de forma muy femenina. Mi blusa, simplemente adornaba la parte superior de mi envergadura, y los pezones rozaban con cierta malicia la seda, la mini era la justa y necesaria para la ocasión. Decidí, sacar la blusa de entre la falda y abrocharla en punta para dejar al descubierto mi apasionado ombliguito. Los tacones altos completaban magníficamente el regalo que me aprestaba a ofrecer a mi tío Alfonso.

Me dirigí de inmediato a la cocina y preparé unos traguitos, era todo lo que pude encontrar.

Luego me fui a esperarlo al salón. La impaciencia me alborotaba y instintivamente me remiraba en el espejo. Siempre me encontré perfecta. Estaba en ese ir y venir de pronto siento más pasos de los necesarios acercarse a la puerta, me quedo con el alma retenida en un suspiro al tiempo que siento la llave dar vueltas en la cerradura. Me quedé helada, de una pieza, mirando fijo a esa puerta que se abría misteriosamente delante mío. ¡Dios mío¡ ¿quién acompaña a tío Alfonso? Otras de sus sobrinas, reí nerviosamente para mis adentros.... luego, escuché a mi tío dar las gracias y mencionar el nombre del conserje del edificio. el alma me volvió al cuerpo.
—gracias don Efraín, no entiendo donde pude olvidar mis llaves
—que descanse señor Alfonso— respondió don Efraín

La puerta terminó por abrirse de par en par, mi tío quedó atónito ante mi presencia. Me lancé a sus brazos como ya tenía costumbre hacerlo y me puse a llorar de emoción. Sentí sus brazos circundarme, busqué su boca desesperadamente el me tomó en sus brazos y mis piernas al sentir su roce humedecieron de inmediato mi agitada naturaleza, él sin medida subió sus manos y comprobó que su chicuela volvía a él. Sin compromisos, con la libertad de un amor prohibido y todos sus encantos. Le besé su oreja y le susurré al oído, mi tí Alfonso, vengo a ofrecerte con toda mi pasión la última virginidad que me queda.

En sus brazos fui subida hasta la alcoba, como la novia que va ser desflorada y así tenía la intención de recuperarlo.

Tío Alfonso adivinó mis intenciones y besando mis lóbulos murmuró a mi oído, mi bebi, mi guagui, mi titita..... Con toda su dulzura, me besó cada poro de mi piel, hasta llegar al tesoro que había guardado para él. En toda su erección me rogó que en signo de mi entera voluntad, le besara su miembro antes de poseerme por ese pequeño tesoro con el que tanto había soñado

El beso que recibió al principio de su masculinidad fue lleno de todas mis ternuras. Dulcemente y sin prisa, con la suavidad de un cuento de hadas estaba pronunciando su dulce nombre, tío Alfonso......
mientras él volvía a mi como un niño.
Desperté dulcemente y me abracé a mi Alfonso. Lo hice con ternura infinita y un lagrimón de felicidad resbaló por mi cara. No me di cuenta, que tío Alfonso fumaba mientras revolvía mi pelo y lo besaba. Levanté mis ojos para mirarle y vi sus ojos llorosos de emoción. Su respiración la sentía agitada. Advertidos de nuestra emoción no estrujamos el uno contra el otro con todas las fuerzas vitales a nuestra disposición y porque no decirlo, con todo nuestro amor.
—te amo, mi niñita— dijo sin reprimirse.

Un anillo de humo llevaba su confesión hasta desgranarse en el infinito. Nuestro secreto, parecía necesitar una ventana por donde poder seguir respirando. Me abracé a él con más fuerzas aún y le confesé casi llorando;

—yo también te amo, Alfonso—

Alfonso continuó a besar mi pelo y nuestra emoción despertó otras ansias, nuevas ansias, perfumadas esta vez de el dulce amor.

—Ellie— dijo cambiándome el nombre —no quiero nunca más pensar que eres mi sobrina, porque ya no lo eres, desde ahora eres mi amor—

Me tomó en sus brazos, mientras yo me aferraba a su cuello casi desnuda. Me condujo al baño, preparó con perfumes y sales la tina turbillón y me instaló como a una reina. Luego el entró dulcemente y me besó con toda su ternura. Dulcemente me jabonó entera mientras yo hacia lo mismo con su cuerpo. Me enjuagó de sus manos y lo lavé a él de las mías. Nos levantamos de pronto riendo. Me acercó mi bata de paño y yo hice lo mismo. Me secó mientras desgreñaba mi pelo y me dijo, ahora vamos al desayuno.

Me tomó en sus brazos y me llevó a la cocina. Allí preparamos jugos de naranjas, sacamos algunas uvas, preparamos un buen café y tostadas con miel. Pensé que desayunaríamos confortablemente en el coqueto comedor de la cocina. No, una vez que todo estuvo listo, lo acomodo en una tablilla especial para la alcoba, me tomó nuevamente en sus brazos y fue a depositarme en la cama. Llego feliz con su merienda, se acostó, besó mi frente y acercó nuestro alimento. Desayunamos riendo felices, todo se fue consumiendo con alegría. Alfonso retiró los restos, pero me apresuré a guardar con nosotros un pequeño racimo de uvas blancas y casi transparentes de jugo. Alfonso río al mismo tiempo que retirando un gajo de la sabrosa fruta, lo depositó en mi diminuto ombligo, mientras lo iba a buscar con su boca. No tuve dudas, dulcemente, sensualmente y con amor se preparaba nuestra luna de miel. Comprendí que ya no me ocultaría nunca más de nadie y que esa tarde sería entera de él. Mientras mordía su gajo, mi cuerpo sintió un enorme deseo, cogí con deleite el resto del racimo de uvas y lo apreté con todas mis fuerzas dejando caer todo su jugo en mi cuerpo. Me miró agradecido y comenzó a poseerme con la suavidad de un príncipe hambriento. Su pasión desbordaba. Su boca me enloquecía y lo enloquecía. Te amo repitió con ternura en un hilo de voz. Miré sus ojos, sólo advertí su entera verdad y le pedí con todo mi amor:


—Alfonso, quiero un hijo tuyo, ahora— susurré a sus oídos, —mi felicidad debe ser completa.


Detuvo su ademán y retiró definitivamente y con decisión el condón que preparaba en su excitado miembro. Lo miré con ojos de brillante felicidad y me dejé coger con todas mis ansias abiertas. Suavemente, dulcemente, sensualmente fue penetrando mis olvidos y sentí latir su pecho. Lo apreté con fuerza en mi interior, una dos y tres veces seguidas, su corazón lo vi venir en su explosión y mi vientre dio un alarido de felicidad cuando lo sentí reproducirse en mi interior.


Al fin veía triunfar en el amor, al amor. Los días que vendrían serían difíciles, pero estábamos decididos a afrontarlos.


Andrea nacía, en Noviembre.

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PRESIDENTE-SVAI
Comentario de MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI el marzo 5, 2011 a las 5:07pm
BUEN RELATO, MI AMIGO. FELICITACIONES

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PADRE, HOY EN TU DÍA, NECESITÉ APOYARME EN TU HOMBRO DE PAN DULCE

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45

SERENATA

46

SIENDO ALICIA LA ETERNA ENAMORADA

47

SOBRE EL OCÉANO QUE LA VIDA ESCONDE

48

SUEÑO QUE HALAGA

49

TE ANDO BUSCANDO

50

TU HORIZONTE Y MI ORQUÍDEA

51

UNA MUJER COMPLETA

52

UNO Y OTRO

53

VALLEJO SIGUE GRITANDO

 

PROSA

 

CUENTOS

1

GREGORIANUS

2

LA MAGIA DE BALTASAR

3

SOY PARTÍCULA QUE SUEÑA

 

ENSAYOS

1

MI FÓRMULA ECLÉCTICA DEL CONOCIMIENTO

 

PRÓLOGOS

1

CARMEN SÁNCHEZ CINTAS (SENDA), UN CAMINO VIVIENTE... 

2

MARCO GONZÁLEZ, EL POETA DE LA ADJETIVACIÓN ABUNDANTE Y APASIONADA 

 

NOTAS

1

¿TE PARECE QUE PEPE TIENE LA RAZÓN? ¿HAY QUE APOYARLO?

2

ACERCA DE LOS DONATIVOS MONETARIOS CON ESTE PORTAL

3

AL BORDE DEL ABISMO: ENTREVISTA REALIZADA A MARIO VARGAS LLOSA

4

COMISIÓN EVALUADORA DE TEXTOS Y OTRAS PARTICIPACIONES UHE - SVAI

5

COMUNICADO PÚBLICO

6

DESAHÓGATE: ¿QUÉ ES LO MÁS DECEPCIONANTE QUE TE HA CAUSADO UN AMIGO?

7

EXPO/INDIVIDUAL CULTURAL, EN HOMENAJE AL ARTISTA JUAN HERNÁNDEZ CHILIBERTI

8

FELIZ NAVIDAD - LOS AMAMOS

9

FOTOS - 3ª JORNADA DE PAZ Y 1er CONGRESO INTERNACIONAL DE LA UNIÒN HISPANOMUNDIAL DE ESCRITORES

10

HOMENAJE A MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

11

LA TRÁGICA EXPERIENCIA DE UN TURISTA URUGUAYO EN LA VENEZUELA “CHÉVERE”

12

LA VENEZOLANA GLADYS REVILLA PÉREZ CELEBRA SUS 50 AÑOS COMO ESCRITORA Y BAUTIZA SU LIBRO "CAMINO DE BOTALÓN"

13

LO MÁS RELEVANTE DE ESTA SEMANA (TOP) [Y DE CADA SEMANA]

14

LO QUE MÁS AÑORO EN ESTA ÉPOCA

15

LUIS PASTORI DICE ADIÓS A SU RESIDENCIA EN LA TIERRA

16

MENSAJE AL FINAL DE UN AÑO Y AL COMIENZO DE OTRO

17

MUCHO CUIDADO Y PRUDENCIA CUANDO QUERAMOS EJECUTAR NUESTRO "DERECHO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN"

18

NUESTRAS PETICIONES PARA NAVIDAD  Y AÑO NUEVO

19

PRETENDEN CHANTAJEAR A LA ADMINISTRADORA DE ESTE PORTAL

20

SEGÚN LA RAE, LA CONSTITUCIÓN VENEZOLANA RECARGA EL LENGUAJE HACIÉNDOLO IMPRACTICABLE Y RIDÍCULO

21

SÍ, LLORO POR TI ARGENTINA Y POR TI VENEZUELA

PRIMER ENCUENTRO DE ESCRITORES EN EL ARCHIPIÉLAGO

22

UHE ACUERDA REESTRUCTURACIÓN Y CONCURSO DE CREDENCIALES

23

VARGAS LLOSA: GRACIAS A LA OPOSICIÓN, VENEZUELA NO SE HA CONVERTIDO EN UNA SEGUNDA CUBA

 

FORO DE LA DIRECTORA

1

Tema 1. Teoría del Significado SEMIOLOGÍA Y GRAMATOLOGÍA. De Jacques Derrida

2

Tema 2. Teoría del Significado SEMIÓTICA Y COMUNICACIÓN

3

Tema 3. Teoría del Significado FILOSOFÍA DEL LENGUAJE. De Javier Borge

4

Tema 4. Teoría del Significado EL DESARROLLO DE LOS CONCEPTOS CIENTÍFICOS EN LA INFANCIA

5

Tema 5. Teoría del Significado PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE

6

7

Tema 6. Teoría del Significado - EL SIGNIFICADO PREVIO A LOS SIGNOS.

REGLAMENTO INTERNO DEL PORTAL SVAI

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