RESEÑA SOBRE EL LIBRO DE CUENTOS Y RELATOS: SANGRE SIN ESTRELLAS

[ALBERTO O. CABREDO ECHEVERRIA]

SOBRE LA OBRA –SANGRE SIN ESTRELLAS-

DE  J. A. RAMONET

 

El solo nombre de esta colección de cuentos y relatos breves de J. A. RAMONET revela de inmediato la estrecha relación de estas narraciones con un mundo paralelo en que la fantasía guarda un lugar primordial y muchas veces, ajeno a ese universo cotidiano en que vivimos. Su autor, nos advierte en este sentido que se trata de una antología en que compila relatos y cuentos que comprenden distintas etapas de su vida y además, declara ser admirador de Stephen King, J.R.R.Tolkien, Clive Barker. Dean R. Koontz e Isaac Asimov, indiscutibles maestros de la ficción, el terror y lo sobrenatural.

En este sentido, a nuestro juicio, en el libro titulado SANGRE SIN ESTRELLAS se entrelazan temas que gozan de gran popularidad, como son los cuentos y relatos épicos (que se caracterizan por trascender el tiempo, por la valentía y entrega sin límite, por la lucha contra el mal y los grandes desafíos) y los relatos de ficción y género oscuro en que se enlazan la ficción psicológica y criminal con el misterio y los entornos sombríos.

SANGRE SIN ESTRELLAS atrapa al lector no solo por su originalidad y variedad temática, sino además por el conjunto de eventos inesperados que surgen a cada paso y, además, por el suspenso del que hace gala el autor para mantener la tensión de todo lo que relata. Reiteramos que la ficción y lo sobrenatural caracterizan muchos de los relatos que nos entrega la obra, dando fe de la prolífica imaginación del escritor de la misma.

La obra explora la naturaleza humana con buen oficio literario y resalta de manera directa e indirecta los valores que deben caracterizarnos. En este orden de ideas, considero oportuno citar las palabras de Ramón Díaz Eterovic, que en los criterios vertidos en su ensayo Mirar a través de la ventana, al referirse a la sustancia del cuento señala: “El interés también está asociado a las ya clásicas afirmaciones acerca del inicio del cuento, a la economía de recursos, al vuelo de las imágenes y la capacidad de sugerencia, al remache exacto de los finales, a los personajes que intervienen y a la situación que se intenta narrar. En cuanto a los personajes y sus situaciones, me gustan las historias donde ocurren cosas y donde los personajes se ven enfrentados a situaciones límites, de las que salen transformados, para bien o para mal. Personajes enfrentados a situaciones en donde pueden estar en juego sus valores y destinos. …”  (Lo subrayado es nuestro).

Lo remarcado en el párrafo anterior se aprecia en diversos relatos y cuentos de SANGRE SIN ESTRELLAS, como ocurre en el caso del cuento que lleva como título el nombre del libro objeto de la presente reseña. Dicha narración resulta un cuento de género oscuro en que el misterio, el suspenso y los crímenes rodean a los personajes que huyen a lo largo de senderos montañosos, tratando de encontrar la forma de escapar a la muerte. Se nos plantea un relato en que la técnica y la intención del escritor se conjugan para desarrollar una trama de hechos y circunstancias terribles.

Resulta claro en la narración en comento que el escritor comprende que, en el cuento breve o largo, el acontecimiento se convierte en historia gracias a su intensidad, y que la literatura no es sino el resultado de un ejercicio premeditado, consciente o inconsciente de contar una historia, de colocar un ladrillo sobre otro ladrillo, una palabra sobre otra palabra, para levantar así un montículo sobre el que reine un mundo impregnado de preguntas y a veces, respuestas.

Para abundar en torno a lo afirmado, basten algunos párrafos del cuento titulado “Papá, qué es un …”, en que la vívida imagen de un padre que lamenta no haber imitado la decidida entrega del hijo por salvar la naturaleza, es relatada con tal habilidad narrativa, que resulta un impactante y aleccionador manifiesto:

“…

Ahora estoy aquí sentado, al igual que esa noche de antaño. No he oído ningún paso acercándose a mí, estoy solo en casa. Mi hijo murió hace cinco años, lo mató un cazador furtivo en el Amazonas. Sé que murió orgulloso de lo que hacía, aunque inconforme por no haber hecho más. Si hubiera sido yo el que muriera, no estaría sintiéndome tan culpable por mi falta de tiempo. Sin embargo, mi hijo si lo tuvo; él sí logró encontrar minutos para dedicarse al calmar el llanto de nuestro mundo. Mientras yo me consolaba dando excusas de porque no hice nada, él atacaba con ferocidad para acabar con el exterminio.

…

Pero, al igual que los elefantes, a ella no se le puede hacer regresar. Al igual que no se pueden hacer renacer a las muchas especies que han desaparecido. Uno siempre piensa que el día nunca llega, aunque siempre hay un mañana en que ocurre lo que no esperamos. La vida no es una historia de ficción como las que yo solía leer, la vida es repugnante. Hemos evolucionado prodigiosamente, nos hemos auto dotado del poder de la vida y la muerte sobre la naturaleza. Tal vez sería más justo que nos aniquiláramos de una vez. Posiblemente, el mundo viviría mejor sin nosotros, sin nuestra atroz forma de arrasarlo todo. Haga el favor de pensarlo, no diga que no tiene tiempo.

Si lo analiza bien, llegará a la misma conclusión que yo. Por eso, también tendrá el revolver en sus manos. No tenga miedo, nadie irá a arrancarle los dientes, ni a despellejarlo.

• Papá, ¿qué es un ser humano?
• Me da pena decirlo, mucha vergüenza. ”

Luego de la presente cita sobran las palabras, o tal vez no, quizás sea oportuno enfatizar que resulta difícil - luego de la lectura de los párrafos anteriores - soslayar las palabras de JAIME COLLYIER cuando nos habla de la experiencia cuentística, señalando que “CORTAZAR decía que un escritor no escribe un cuento, sino que lo encarna: un escritor es un cuento, por el breve lapso que dura su ejecución.”

Por otra parte, debo insistir en la clara atención que presta RAMONET a la verosimilitud que exige el arte, aunque no se coincida con la realidad. Y es que, en muchos de sus cuentos y relatos, se evidencia la habilidad para hacernos creer que estamos en mundos perfectamente verosímiles, a pesar de que sean totalmente imaginarios e irreales.

Lo expresado, resulta evidente cuando apreciamos el relato titulado Nobulka:

“Nobulka debía forjar la espada que llevaría a Salmur, el dios gemelo de la luz, a la victoria en el enfrentamiento final. Sabía que este sería su último trabajo. Había llegado el momento de ceder la fragua y fundirse con el universo.

Su aprendiz lo observó durante horas golpear y dar forma, dar forma y golpear. El metal silbaba ardiente, ñas chispas iluminaban la noche de Panameria.

Sonrió complacido. Su creación brillaba. Un último temple que inspiraría alma al criol, el metal de los dioses. Con mano firme, la introdujo en su pecho hasta tocar su corazón.

-Tómala- gritó Nobulka con su aliento final.

La espada dejó escapar un suspiro al nacer.”

Luego de leer los cuentos y relatos de esta obra, debo concordar con las palabras de Rubén Bareiro Saguier, que en el ensayo titulado La Entraña de los Sueños, que aparece en la obra de Fernando Burgos titulada Los escritores y la creación en Hispanoamérica, expresa: “Escribir es, para mí, una necesidad. Cada vocablo, cada frase, cada poema o cuento, cada libro es el resultado de una profunda carga que se va acumulando, hasta que el peso de la misma desencadena la tormenta de la palabra. … El corazón caliente hecho de palabras se libera de las ataduras lógicas, de la cordura racional y elabora su propia dinámica. La obra literaria es la tempestad, la inundación, el terremoto, la borrasca, el vendaval, la sequía, la tormenta … producidos por la aceleración de los latidos en el pecho del escritor, …”.

Y pienso que el autor del libro debe coincidir a su vez con lo expresado por Rubén Bareiro Saguier, al enfrentar como bien lo ha hecho, la gran aventura de escribir.

Por todo lo indicado, les invito a leer los trece cuentos que componen SANGRE SIN ESTRELLAS, así con las dos novelas del escritor RAMONET: Sueño de Lava: Las crónicas de Panameria y Rugir de Lava.

3 de octubre de 2023

ALBERTO O. CABREDO E.

[Elias Antonio Almada]