Perlados tintes de sol en la tinaja
Transparencias de luz
en las hojas del limonero
Ladridos lejanos
-serán buenos días?-
de un cachorro juguetón
Sosegada mañana
antes del desayuno

Era jueves de feriado largo.

Yo tenía 18 años y por 15 minutos de atraso había perdido el tren al puerto de Mejillones

Ya habia oscurecido así que tomé mi mochila y decidí ir a dormir a la playa. El tiempo no era frio. Me tendí en la arena en mi saco de dormir, pero unos policías me corrieron de ahí.

Volví a los alrededores de la estación y pensé que si saltaba la pared podría dormir en alguno de los vagones ahí detenidos.

El muro era alto y liso lo intenté una vez pero…

Ahí estaba yo, con una astilla incrustada en el brazo, en la sala de espera de la emergencia del hospital El Salvador, aguardando atención médica.

El dolor no era tan molesto, así que me entretuve escuchando la conversación de una pareja de mediana edad.

—Hay que estar desangrándose para que atiendan rápido —dijo la mujer.

—Si yo fuera presidente pondría un médico por cada habitante —comentó el hombre.

—Con ese populismo seguro que te eligen.

—Y que el único…

--¿Y cuánto tiempo llevas en eso? --le pregunté a mi amigo.

--Tres meses y no sé por cuanto tiempo más deba hacerlo. La cosa fue así. Nosotros apenas nos conocíamos y bueno en el ascensor, de improviso, a ella le di un beso en la boca. Se enfureció, así que le dije que lo iba a retirar.

--¿Y qué hiciste?

--Puse mis labios sobre los suyos para quitarle lentamente mi beso y se enojó más aún porque dijo que eso no bastaba. Y bueno, llevo meses intentando de todas las maneras y no he…

Conocí muy bien a un poeta errante que declamaba:

Hay muchos

que se quieren pero no se aman

Son algo felices

Hay otros que solo saben querer

no saben amar

pero quieren que sí los amen

Eso es infelicidad

Cuando hay dos que en verdad se aman

se crea un nuevo universo

para ellos y el mundo

ellos derraman felicidad…

Subí a la gran roca

blanca y plana como playa

Te imaginé

sentada en ella

como en tu fotografía

de falda blanca

y mirada lejana…

Ese pequeño y polvoriento pueblo del oeste, Escupo del Diablo se llamaba, se merecía un atraco al banco. Entré con mis dos compinches con bolsas de lona vacías para cosechar a balazos el verde pasto.

El interior del banco estaba extraño, silencioso. El suelo alfombrado con clientes y cajeros.

No alcancé a retroceder cuando un cañón se introdujo en mi oído.

Sentí la vibración del amartillado mientras una mano me toqueteaba las bolas y me soltaba el cinturón del…

Una atractiva mujer solicitó hablar con el gerente del banco y la hicieron pasar a su oficina.

—La puedo atender solo un momento —dijo el hombre mientras le daba la mano para saludarla—, anoche han entrado ladrones a nuestra bóveda.

—¿Un robo?

—Sí. Se han llevado dos lingotes de oro. La policía ha encontrado un sostén, polvo de harina y huellas de conejo.

—¡Qué ladrones tan divertidos! —comentó la mujer.

—¿Ahh? La verdad es que parece un trabajo de…

Yo estaba

recién viendo la luz

Recluso recién liberado

saliendo de un infierno

de un año eterno

al que yo mismo

por honor me encadené

Por esos días

conocí un nuevo camarada,

Amigo forastero

desgraciadamente

no tuve más días

ni la valentía

para recodar su nombre

él cuidaba una fábrica

y estaba de asueto…

En estos oscuros días

un buenas noches

me recuerda un lugar

donde los amaneceres

no eran diferentes

a ayer y anteayer.

Ahora amanecemos

evitando soñar

sin despertar

sin saber

sin ver

dónde se nos quedó el ayer.

Tus buenas noches

esfumarán mis miedos,

y me harán dormir como un niño

que solo…

Entré a la angosta librería de libros usados, una de las pocas que aún sobreviven en el casco viejo. Me subí al pequeño piso para alcanzar los estantes altos, y no sé de qué libro descendió esta hoja como aleteante paloma.

Lo que extrañas ya no existe

y si regresas

no será lo mismo

porque tú ya has cambiado

Lo que anhelas aún no palpita

vano es si lo buscas

en lo lejano

porque aún no…

Ese paisano que, años atrás, leía mis notas y fumaba mis cigarrillos en el cruce a las minas, sabía, mejor que yo, que algún día escribiría cuarenta cuentos.

No había nada en aquel cruce; ninguna construcción, ni siquiera un matorral en ese desértico lugar. Ahí me había dejado el camión al que le había hecho dedo, ya que seguía hacia arriba, a las minas, y yo iba por el otro camino, a Santiago.

Después de un rato llegó una camioneta, que también iba a las minas, se detuvo y bajó él;…