Disertación sobre el libro del poeta mexicano Roberto Reséndiz, ALEXA DIJO CUATRO VECES NO, para la presentación en San José, 2015.
Roberto Reséndiz en término de medio año, ha venido con sus poemas a Costa Rica, en tres oportunidades. No más en marzo, conocimos su bellísimo libro MUJERES DE LUZ. Un documento poético que canta el dolor y la luz de mujeres de carne y hueso y espíritu que se han dedicado a lo que algunos han llamado la más vieja profesión del mundo. Imprecisión que en todo caso nos ayuda a precisar aquí de qué se trata. Esta reivindicación del ser mujer al rescatar a estas mujeres concretas por las que viajó su palabra redentora es un gran aporte porque la calidad poética sabe justipreciar no en el consabido tópico de lo social, de la recriminación o del machista disfrute, sino en la humanidad lacerada y lacerante de estas muchachas. Pero ya mucho antes, había llegado a mis manos otro libro de Reséndiz y desde entonces entablé una relación de amistad, a veces entrecordada, por los medios virtuales. Hablo de su libro VINO BLANCO PARA DOS, que parte de una perspectiva más romántica para cantar a la mujer, a la otredad desde la pareja, en un canto de cotidianidad que rescata ese hablar quedo, casi al oído.
De estas dos referencias anteriores, parto para decir que Roberto Reséndiz es un poeta que deambula por el mundo, también como gran promotor, es el gestor de uno de los encuentros, según me han informado, más rico en matices de poetas de todo el mundo, que lleva a cabo allá en su ciudad Zamora de Michoacán. Pues bien, ahora más itinerante que antes, el poeta Reséndiz es un poeta cuya voz destaca el lugar y la misión de la mujer, su cicatriz y su gozo, su paso certero entre nos, los varones, dejando luces inolvidables, iconoclastas, no son arquetipos, son mujeres que se sienten, a veces silentes o gritando, en medio de la urbe y entre los daguerrotipos de una sociedad que pulula, muchas veces cansada, pero siempre en torno del amor. Entonces por eso digo que Roberto a la primera dijo Sí, a la poesía, a la verdadera, esa que se eleva entre el barullo de los que dicen y dicen sin decir nonadas. Y dijo Sí a la mujer, seguro que solo con ella se sentirá completo. Alguien decía en su prólogo que Alexia quedaría como un ensueño más del poeta que, enamorado, le habla, como una Beatriz fue para Dante o la Rosario de Manuel Acuña, entre otras.
Esta vez, el sugestivo título indica un sí, no importa si a la quinta, pero el yo poético está diluido, a veces en un nosotros, y el personaje femenino en la primera parte del libro es una ella, una tercera persona, la observada, la inspeccionada de cerca, la que se conoce desde dentro por la profundidad de la psique. No son poemas de erotismo, son reivindicaciones de la mujer madura, a veces, joven, otras, pero siempre en todo su esplendor, con sus temores, olvidos y goces. Citas:
“No importa el olvido que enturbió la risa /ni el pesado fardo de los años”.
La primera parte está signada por esta imagen a manera de título:
Con granos de alumbre en la remera
camina la eternidad de su destino…
A veces el tono del poemario, coloquial se queda en la narración, siempre lírica, de la actividad del personaje que empieza difuso: “Por la mañana / sin ángeles ni demonios / se desviste/ deja caer el aura sobre un espacio sin ternura…”
Los elementos de la ambientalidad siempre nos dirán por donde transcurrir en estos versos, qué parajes tocar, casi imaginados, casi sombreados por la pluma del poeta. Entre las pistas del primer poema está la sutil idea de recorrer con metalenguaje a la mujer: “enlaza dos letras en la roca”. Hay señales que por la imprecisión insisten en dejos surrealistas, tonos que sin embargo son descripciones incompletas, no producto del subconsiente, sino de la intencionalidad de pintar en siluetas: “Es un cansado trofeo sobre la cama / e inexorable se apaga sobre la escama fría”.
El segundo poema hace más dramática esta presencia que sale a la calle de una ciudad que también es una prolongación de Alexia, “suplica la gloria”, “grita estertores de ceniza / vocablos indeseables / dramas de verbos trasquilados”. Son los versos de un hacedor de poemas que sabe hacer un cierre: “Un vaso de olvido / inventa ternuras en los huesos / tumultos de lujuria expuesta / un talismán para los días malditos”. Percibamos aquí esa contraposición de los conceptos ternura y lujuria y el cierre para el dramatismo que mencioné y que también habla de suicidio y de colapso, y menciona a las gentes del afuera como observadores de la desolación de las viejas doncellas de la esquina (otra referencia que nos recuerda a las Mujeres de luz de su libro anterior).
El tercer poema percibe a una mujer joven, sensual, andando por la avenida, su desnudez es el símbolo de lo que lleva oculto como “turgencias que se agolpan / al esculpido talle coronado”.
Aquí se identifica desde el inicio del su de ella. Su lenguaje es cotidiano y rico en menciones, como si fuese necesario nombrar todos los contornos. La puntuación la da las pausas versales y algunas pausas gráficas que establece a veces en medio de los versos, es como cuando lo oímos decir sus poemas, como lanzando piedrecillas al río, sin premura, escogiendo bien los filamentos de su palabra, fue así como los fue forjando…como cuando el tiempo hace madurar la cosecha.
Esta primera parte es más narrativa, y de alguna manera, descriptiva. La mujer retratada en sus acciones remite a sus arquetipos; por ejemplo la Hécate, por todas las referencias mágicas, al zodiaco, a la medicina holística, a las hierbas, a los olores y hasta a imágenes de alimentos. El poema es entonces para el disfrute de los sentidos, la vista se recrea, los colores son fundamentales, el olfato pasa por lo que se nombra, el ruido y la música, el baile, el festín nocturno es parte de los asedios de esta mujer para arribar de nuevo a una soledad, que al final del libro parece compartida. La estructura versal casi siempre inicia por la acción y luego desgrana breves enumeraciones, a veces poco unidas entre sí: “sólo la espiral / un mundo de mujer anciana”. Entonces mucho de esta poesía se vuelve polisémica, el poeta tiene motivos para sentar su metáfora, nosotros hurgaremos en nuestros propios motivos y vivencias. Los elementos eróticos y hasta sexuales son pocos en esta primera parte, quizá un sentido de la sensualidad intangible, casi lejana: “acuna briznas en la tibieza de los senos”, pág. 42. Y más explícito: “Como animal en celo / congrega mariposas de montaña” pág. 43.
Esta mujer se inscribe en el referente de la Nueva Era, “su vida gira sobre los signos del zodiaco”. Y “cuando hace el amor / despierta con mirtos estambrados, en imperios de espuma / y lavandas estelares”, veamos, sintamos los aromas, palpemos.
También pululan de vez en cuando referencias mitológicas, culteranas, pero sin desproporciones, apenas mencionadas; sobre lo sexual nos dice: “le gusta caminar descalza / recorrer el arte de Afrodita”. Y en otra parte: “Confundir a Orfeo”, como referente de la belleza varonil. “sin parnaso que aclare lo contrario / mañana / despertará después del mediodía / y seguirá tan sola como antes”. Es decir, pasa de la fiesta a la soledad, este festín, este baile comprende a muchas mujeres como ella: “A las doce de cualquier nostalgia / a las doce de ella y de las otras / el hielo suena al fondo de los vasos”…
Veamos más sobre los colores y formas que se perciben: “le sigue hechizando / el agua marina y el azul turquesa”, pág. 49. Reafirmamos su confabulación de esta mujer en tanto bruja como arquetipo, que es decir mujer de conocimientos: “Como hechicera de felinos / juega de tarde con leopardos negros / aspira aromas de la hierba / el grito sexual que la aniquila”. Otro referente a la vida sexual del personaje. Por otro lado nos había dicho: “Sabe del miedo y del santero…”. “Cuando la luna no aparece / aúlla / se lamenta / hace oraciones para llamar la muerte”. Pág. 27
Hay en breves instantes referencias al ser maldito que asedia a la mujer como su sombra: “La bestia no sabe de nombres”, (quizás es impersonal) “el asesino”. Figura que está muy diluida pero que es como acechante … en el espectro de la ciudad.
Los espacios de este personaje son “el cuarto de hotel donde respira”…la casa…”Tiene padres y abuelos” y estancias para su soledad, las calles…de una ciudad, el salón de las fiestas o bailes…Alexia es una mujer o …
Quizá Alexia no es una mujer sino todas las mujeres, digo cuando avanzo en la lectura. Pero sí, se trata de un solo poema largo, dividido en pequeñas unidades de una página; y solo en la segunda parte “Desde la otra orilla” (remisión a tantos intertextos, incluyendo el de Octavio Paz), encontramos el nombre Alexia para iniciar cada unidad. Entonces la ella se convierte en el tú poético, el yo lírico se desata y se torna amante y no simple observador, es un amante, o son todos los amantes, es un nosotros que “aún podemos custodiar la carne”; u otro nosotros que nos configuramos: tú y yo: “Alexia / desde siempre / hemos estado solos”.
Nos alienta en todos los versos de Resendiz un ritmo, no basado en métricas buscadas sino un ritmo interno, casi aprosado, pero intimista, que fluye sin tropiezos como la conversación al oído. El poema es siempre un canto existencial: el nosotros es el hombre y la mujer y somos todos en nuestro tránsito dolido: “Vivimos asustados / temblamos / y no hay refugio / para enfrentar con dignidad la suerte”. Y continúa: “Hay días / en que deseamos saber el final de la ceguera / la muerte de los otros / subastamos llaves…”
Aquí también las cosas deambulan porque se mencionan, cobran su sentido de símbolos pero también de enumeraciones de la cotidianeidad. El espejo es espejo y es un símbolo, a regañadientes sugerido…Y entonces, sabemos que el poeta habla de “nuestra casa”. Estar solos cuando nos acompañamos en las noches parece ser aquello que “golpetea la sabana de los huesos”.
Por eso en esta segunda parte, Alexia se convierte en recuerdo para el yo lírico. El poeta está para advertir los afueras, el asco de un mundo que no comprendemos, la denuncia: “los bárbaros del norte / se han dejado venir como parvada de langostas / y gritan pronombres del infierno”. El horror de la guerra, de misiles, de “hologramas que guillotinan los domingos” se vuelve parte del paisaje interior que nos asola a todas, ahora que las mentiras siguen sirviendo para declarar la guerra.
En esta parte, el yo lírico que aparece casi siempre con la fuerza del nosotros como ya lo expresé: hace exhortaciones a Alexia: “suelta el deseo sobre la colcha herida”. “no llores por la tierra santa / deja la pelvis a la suerte de los dados / que los perros / aún podemos custodiar la carne”. Pueden advertir aquí esa referencia a lo masculino-sexual. Veamos esta otra cita: Alexia no marques con punta de hueso / la mariposa del tobillo izquierdo”.
El nosotros está como protagonista de ese vivir en conciencia del afuera, la primera persona es colectiva: “deseamos saber el final de la ceguera”. Percíbase aquí la fuerza de lo existencial, la mención de un mundo actual con guerras, con el vivir asustados: “en medio de la oscuridad que nos engendra / estamos despoblados / más solos que nunca / y un desnudo terror habita nuestra casa”. O sea, en esta segunda parte, la soledad se volvió compartida, la casa de Alexia es ahora nuestra casa, la propiedad es la de todos o la de la pareja.
Otro aspecto nuevo en esta segunda parte del libro, es la confesionalidad lírica del yo poético que aparece solo en algunos poemas. Esta confesionalidad está siempre en proceso de un amor declarado para Alexia: Empieza tímido: “Alexia / te recuerdo / ya no debes seguir hablando de lo mismo…” (otra exhortación) Y más cerca aún en soledad: “Alexia / desde la oscuridad y el desamparo / te ambiciono / te añoro”, pág. 60. Y más intenso: “Te deseo desnuda…” o este otro: “desde el pozo de la tentación / te aspiro”. "Anhelo / el laurel entristecido de tus venas…” aunque de nuevo ese yo lírico cae en “la fragua de la ausencia”.
Como elemento consustancial a esta poesía está la paradoja, la contraposición o gran oximorón que opone a la belleza y la ternura, lo terrible: “El sabor de la ternura / se pudre en los rincones”
Y la sensación de pérdida prevalece: “Hemos perdido la rosa de los vientos / el sextante que marcaba el rumbo”. La desolación se anuncia, es personal y colectiva: “No quedan soplos de esperanza”. Estamos en un mundo inhóspito: “Cada bestia busca el trozo de carne que le toca / y Dios no se compadece de nosotros”. Y entonces nos deja esta laceración exhortativa contra la lujuria: “Por eso aparta la carne del temblor acuoso / descansa la piel donde recibes / y el siniestro festín de cada noche”. Es una petición a la mujer para que salga de su círculo vicioso, la vacuidad, el sinsentido de un mundo que preconiza el sexo pero no el amor. Y por eso los caminos parecen conducir “al infierno de los poetas” que como los malditos nos sentimos presos como Alexia entre sus mismas paredes.
El último poema es el del perdón, ¿por qué pide perdón el poeta? "Por los poemas que debí decir…/ Por las noches de mal amante…/ Por la mala memoria/ y los cientos de piedras que traje de los ríos…(esta alusión bíblica que se cuela en el río que siempre metaforiza al tiempo, a la historia y a la vida es básica para comprender que esta confesionalidad es en nombre de toda la sociedad, y sobre todo en nombre de todos los hombres en el sentido de género).
En fin son todas nuestras voces pidiendo perdón a la mujer. Pero también hay los perdones desiguales que entran al camino de lo inefable, por eso se requiere de poesía en un alto sentido: “por no saber volar de negro en los espejos”, estas referencias quizá más personales: “por el monólogo de las tres de la mañana”, “por habitar la soledad / y las cuatro estaciones del invierno / por tanta estupidez / ausente del abrazo / por las veces que besé sin encender los ojos…”, se vuelven laceraciones que todos hemos pronunciado para pedir perdón, existencialmente necesarios; aunque el poeta vaya también a la metafísica que compromete a Dios; “por el asombro que Dios viviera en tu costado”. Y así, esta enumeración del perdón que continúa la expongo para que los lectores arriben al fin a ella y se consustancialicen con la palabra lírica de un poeta que nunca pudo decir No a la mujer, ni al poema que fue su vocación certera. Aunque Alexia de nuevo vuelva a decir que No. Quizá a la quinta sea la vencida, detrás de este poemario. Y sea un Sí para el amor, en contra de los falsos trajes del deambular perdidos.
Ronald Bonilla
Pemio Nacional de Cultura Magón 2015
Comentario
Gracias, Elías, por el destacado, abrazos
Gracias, JOsefina, un placer compartir estas voces en mis inerpretaciones, abrazos
Ronald, estimado escritor que comparte este tema y el comentario sobre el tema del poeta, es un placer y agradezco el que nos presentes diferentes figuras del arte escrito . Poco a poco vamos conociendo diferentes poetas , gracias por estar , abrazo desde el sur.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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