Añoranza enfermedad del emigrante
Hoy quizás mi relato tendrá mucha nostalgia, el tema emigrar me envuelve en viejos recuerdos, lágrimas, abrazos, la familia, la seguridad de toda la vida, para emprender esa aventura hacia otro país y cultura buscando nuevos horizontes.
Emigras, pero tú corazón queda preso entre lo que dejas y lo que deseas para ti y los tuyos ¿Cuántos sucesos, costumbres, momentos y personas, inolvidables viven diariamente en nuestros recuerdos?
Ese café, o mate, amigo que se ofrecía desde lo más hondo, mientras se sentía el calor humano en esa sonrisa que se daba, la feria de los domingos, los fines de semana donde sin motivo aparente se armaban las guitarreadas en la casa de algún vecino o en la nuestra.
Salir con anticipación a estudiar o trabajar, porque se sabía que camino hacia la parada del ómnibus (autobús) te encontrarías con más de uno a saludar y conversar aunque sea dos palabras.
¡Cuántos días imaginas atravesar la puerta de la casa donde hoy resides, y ver la gente saludándote y comentando alguna cosa de momento! pero aquí no es así, todo el mundo corre, no ve a los lados, ni sabemos quién es quién, viviendo separados por una pared.
Extrañar esa gente solidaria y de buen corazón, donde crecimos y vivimos, que estando lejos, ¡vaya que extrañamos!
Amigo… cuantas otras anécdotas harían a este escrito inagotable.
Algunos dirán que uno estando lejos valora, glorifica y hasta magnifica hasta lo más mínimo de su país y quizá tengan razón, pero no por ello deja de sentirse esa nostalgia, ese no saber que quiero, o si saberlo pero no tenerlos al alcance de la mano, abrir tú ventana, salir al patio ver a tú gente, abrazar a los tuyos.
Pero eres humano razonas y le mientes a tú corazón y a tú mente, tratando de convencerle y convencer que donde estas estás mejor, tendrás futuro para ti y familia, y nuevas metas que cumplir.
Lo malo amigos, no es estar lejos, ni es lo que más duele, lo malo es que al volver a tú país eres un extranjero más entre los tuyos, ya no perteneces a ese circulo de familia y amigos, no hay temas en común, y luego de cierta cantidad de días ya tu historia, tus vivencias lejanas a nadie interesan porque cada quién tiene su propia vida e intereses, porque allí la vida siguió igual que la tuya en otro lado.
Entonces comienza la tristeza y las preguntas ¿dónde pertenezco? al lugar que nací, me crié y formé como persona y núcleo en esa familia, o al lugar donde estoy hoy luchando por encontrar mi futuro, con otras costumbres, otras leyes.
Y empieza a jugar la añoranza, el desasosiego y la culpa, ¡si culpa! porque muy dentro de nosotros nos culpamos de estar separados de lo nuestro, de ese nudo apretadito de nuestra familia, de no estar cuándo se nos muere ese ser querido, y nuestro corazón se hace piedra para que los de afuera no vean que estamos al borde de caer, de no compartir la boda del hermano, el bautizo del sobrino, la mesa de los domingos, etc., etc.
Y es así que llegamos a enfermar, los nervios, el stress, y muchas otras cosas de nombres raros en la medicina tradicional, pero que solo tiene un nombre amigos...”Añoranza”
Emigrante
A un abismo caigo, cuándo esa mañana
con voz quebrada de dolor y rabia
me dices me voy...emigro a otras tierras
buscándo futuro que ofrecerte mujer adorada.
Estupefacta e impotente; me quedé sin habla
mi tristeza es más elocuente que mil palabras
me abrazas y en silencio mezclamos...
ardientes besos con salobres lágrimas.
¡Que dolor desgarrante! se quiebra mi alma
al verte salir, maleta en mano jurando por tu vida
........¡volver y juntarnos!
Miro esa línea firme del horizonte lejano
mi boca tiene el agridulce sabor de lágrimas
te imagino en barcos que dominan mares
o aviones cuál pájaro en cielo surcando.
Y me rebelo con el destino, de nuestra la vida
que fue con nosotros cruel e inhumano
separándote de familia, llevándote lejos
dejándo para siempre un hogar destrozado.
Nada sé de ti...ya ni lágrimas derramo
el correr del tiempo todo lo ha secado
siento que eres emigrante de mi corazón
que está dolorido, seco y desolado.